1977: año en el que el ambientalismo colombiano triunfó

1977: año en el que el ambientalismo colombiano triunfó

7 de noviembre de 2023

Por paradójico que parezca, la década de 1970 fue una era dorada para el ambientalismo colombiano. Mientras el país vivía una constante convulsión política y social en la que las protestas sociales eran el pan de cada día, el movimiento guerrillero de izquierda se fortalecía y el narcotráfico comenzaba a hacer su aparición, un grupo de científicos, investigadores, funcionarios del Estado y periodistas aunaron esfuerzos para que la protección ambiental fuera una política pública relevante y se materializara en la creación de un número importante de áreas protegidas.

Contra viento y marea, ellos se enfrentaron a empresarios, multinacionales, comerciantes, políticos, gamonales regionales y criminales que los consideraban subversivos y opositores al desarrollo y crecimiento económico del país por buscar que el Estado colombiano protegiera a ciertos territorios con un alto valor ecológico de la desordenada expansión de la frontera agrícola, de los proyectos petroleros y mineros y de los crímenes ambientales. Los esfuerzos de estos ambientalistas tuvieron éxito: el 6 de junio de 1977, el presidente Alfonso López Michelsen firmó 17 resoluciones que crearon igual número de áreas protegidas, todo un hito en la historia ambiental colombiana y del mundo que consolidó el Sistema de Parques Nacionales Naturales. 

Por su puesto, el interés por crear áreas protegidas o parques nacionales no era nuevo, había iniciado tres décadas atrás cuando, en noviembre de 1948, el gobierno de Mariano Ospina declaró Reserva Nacional y Reserva Biológica Natural a la Sierra de La Macarena. Hecho que llama atención porque, según explica la geógrafa y profesora de la Universidad de Los Andes, Claudia Leal, en su artículo “Breve historia de los parques nacionales de Colombia, 1948-2003”, ocurrió en un momento en el que el país estaba incendiado por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y el espiral de la violencia política entre liberales y conservadores había aumentado de manera dramática.

La violencia bipartidista y la crisis institucional representada por la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, frenó el impulso conservacionista. Hubo que esperar a la instauración del Frente Nacional para que la protección de territorios con alto valor ecológico volviera a aparecer en la agenda pública. El nuevo impulso inició con la aprobación de la Ley 2 de Reserva Forestal, un año después, con la creación de Parque Nacional Cueva de Los Guacharacos, el país entró en la tendencia mundial de declarar áreas protegidas, y en tan solo 15 años el Estado promulgo 12 parques nacionales.

Paralelamente, en 1968, el gobierno de Carlos Lleras Restrepo creó el Instituto de Desarrollo de los Recursos Naturales Renovables, INDERENA que se encargaría de “la reglamentación, administración, conservación y fomento de los recursos naturales del país, en los aspectos de pesca marítima y fluvial, aguas superficiales y subterráneas, suelos, bosques, fauna y flora silvestre; parques nacionales, hoyas hidrográficas, reservas naturales, sabanas comunales y praderas nacionales”. Casi una década después, esta entidad protagonizaría la creación del mayor número de áreas protegidas en la historia del país.

En la década de 1970 el ambientalismo cobró un inusitado protagonismo en el país, no solo por la institucionalidad que comenzó a construirse alrededor del tema, sino por los efectos producidos de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano, realizada en 1972. Según el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra en su artículo “¿Hacer más verde el Estado colombiano?”, en “esta conferencia, además de la histórica declaración de principios sobre la protección ambiental, se acordó, en forma no jurídicamente vinculante, que los estados incorporarían en la agenda pública el tema ambiental mediante la actualización y expedición de legislaciones y la conformación de agencias públicas para su puesta en marcha”. En consecuencia, en diciembre de 1974, el recién electo presidente Alfonso López Michelsen, promulgó el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, documento en el que participó Julio Carrizosa Umaña, quien en marzo de 1973 había asumido la dirección de lNDERENA. 

El Código de 1974 retomaba parte del que Carrizosa y otros expertos habían trabajado en el último año del gobierno de Misael Pastrana Borrero, pero que este se negó a promulgar por la presión de “la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y el sector petrolero, -explica Rodríguez- que consideraban que la nueva normatividad sería un obstáculo para el desarrollo económico”, sectores que también trataron de frenar la decisión del presidente López Michelsen. A la par de los esfuerzos institucionales, la defensa del medioambiente tuvo un aliado en la Prensa.

Durante los años setenta del siglo pasado, distintos periodistas utilizaron las páginas de la prensa para denunciar los múltiples crímenes ambientales cometidos en el país, tal y como lo hizo la unidad investigativa de El Tiempo, en cabezada Daniel Samper Pizano y Alberto Donadio. Ambos, destaparon el tráfico y cacería de especies exóticas y lograron detener la construcción de un complejo hotelero en el recién creado parque Tayrona.

Con nuevo Código en mano, Carrizosa emprendió la lucha por declarar más áreas protegidas. De acuerdo con Leal, poco a poco el director del INDERENA, apoyado en los estudios del científico Jorge Ignacio Hernández Camacho, convenció a los miembros del gobierno de López Michelsen de la necesidad de crear nuevas áreas protegidas. Uno de los primeros convertidos fue el economista Miguel Urrutia, en ese momento jefe del Departamento Nacional de Planeación (DNP), quién asumió la tarea de conversar al presidente y sus ministros – explica Leal – de crear varios parques nacionales, con el fin, entre otras cosas, de proteger la producción de agua.

En 1976, Carrizosa obtuvo un sutil pero importante triunfo: gracias al Decreto 133 el Instituto de Desarrollo de los Recursos Naturales Renovables pasó a llamarse Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente, y se le asignó de manera explícita “la protección del ambiente” y la administración de “las áreas que se consideren necesarias para la adecuada protección de los recursos naturales renovables”. Con este pequeño cambio en el nombre, el INDERENA hizo un giro hacia una estrategia conservacionista.

Un año después, en enero de 1977, Carrizosa logró que López aprobara un Conpes en el que se diseñaba la creación de 18 áreas naturales. “Así, de la noche a la mañana, dos millones de hectáreas pasaron formalmente a ser para conservación, con lo que se estableció de hecho un sistema nacional de áreas protegidas en Colombia”, explica Claudia Leal en su artículo “Tras Bambalinas y a Plena Luz del Día: La creación de parques nacionales en Colombia en las décadas de 1960 y 1970”. El Conpes se materializó, con la expedición de la reglamentación del Sistema de Parques Nacionales (Decreto 622 de 16 de marzo de 1977) y con la firma el 6 de junio, de 17 resoluciones por parte del presidente López que crearon igual número de áreas protegidas, la número 18 se promulgo, días después, el 24 de junio.

De esta manera, el 6 de junio de 1977 se convirtió en uno de los hitos más importantes de la historia ambiental del país, que fue posible gracias al empeño de personajes como Carrizosa y Hernández, y a que un presidente, en su momento, comprendió la importancia de establecer un Sistema de Parques Nacionales que protegiera extensas zonas de alto valor ambiental.

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