La Recuperación de los Embalses de Chingaza: Un Desafío Ecológico Ante el Impacto de El Niño

La Recuperación de los Embalses de Chingaza: Un Desafío Ecológico Ante el Impacto de El Niño

18 de noviembre de 2024
  • El embalse de Chuza, ubicado en el Parque Nacional Natural Chingaza, ha mostrado un comportamiento fluctuante en sus niveles de agua a lo largo de 2024, debido a la variabilidad de las lluvias y el fenómeno de El Niño. Esta situación pone en evidencia la importancia de la conservación de los ecosistemas como reguladores del ciclos hídricos.

El Parque Nacional Natural Chingaza, hogar del emblemático embalse de Chuza, ha experimentado variaciones significativas en los niveles de agua durante 2024, influenciadas por las alteraciones en los patrones de lluvias y el impacto del fenómeno El Niño. Según los registros de lluvia de las estaciones meteorológicas del parque y de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), las precipitaciones fueron considerablemente inferiores a los valores históricos durante la mayor parte del año, con excepción de mayo, cuando se registró un aumento temporal debido a un enfriamiento en las aguas del Pacífico ecuatorial oriental.

El fenómeno El Niño tuvo un efecto directo en los meses de lluvias más intensas, entre junio y agosto, que no alcanzaron los niveles esperados. Este déficit de precipitaciones afectó gravemente el embalse de Chuza, cuyas reservas de agua cayeron a solo un 14,8% de su capacidad a finales de abril. Aunque la temporada de lluvias permitió una leve recuperación en los meses de junio y julio, alcanzando un máximo de 44,9%, los niveles volvieron a descender en septiembre y octubre, estabilizándose en torno al 34,2% y 33,7%, respectivamente.

El comportamiento de los embalses no solo refleja los efectos inmediatos de los fenómenos climáticos, sino también la función ecológica esencial de los ecosistemas estratégicos del Parque Nacional Natural Chingaza, en su conexión con el piedemonte y la Amazonia. Los páramos y los bosques altoandinos desempeñan un papel crucial en la regulación hídrica de la región, mientras que el piedemonte y los bosques amazónicos contribuyen al ciclo del agua a través de los llamados «ríos voladores». Estos flujos de humedad atmosférica, al chocar con la cordillera de los Andes, alimentan los ecosistemas de alta montaña, los embalses y permiten una distribución controlada y sostenible del recurso hídrico en la región.

Este panorama subraya la necesidad urgente de fortalecer la conservación, la conectividad de ecosistemas, el monitoreo de los embalses y la adopción de medidas para mejorar su capacidad de recuperación frente a los efectos del cambio climático.