Hay parques nacionales dedicados exclusivamente a la conservación, donde el ecoturismo no es el plan
Existen áreas protegidas dentro del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia que no están abiertas al ecoturismo. Su única vocación es la conservación, por lo tanto, no pueden ser visitadas. La protección de estos ecosistemas sensibles, así como la seguridad de las personas, están por encima de cualquier plan ecoturístico.
Conocer Colombia es uno de los planes que tanto turistas nacionales como extranjeros tienen en la mira, especialmente cuando se trata de conectarse con la naturaleza y alejarse del ruido de las ciudades. Para ello, buscan destinos que ofrezcan aventura o, en algunos casos, una calma total. Opciones que los Parques Nacionales Naturales de Colombia pueden ofrecer, representando además una oportunidad única para descubrir la biodiversidad del país.
El Sistema de Parques Nacionales está conformado por 65 áreas protegidas que salvaguardan cerca del 80 % de los ecosistemas nacionales. Estos territorios albergan más de 24.400 especies de flora y fauna, lo que equivale al 35 % de las especies registradas en Colombia.

En estas 65 áreas se protegen ecosistemas clave como páramos, selvas, manglares y arrecifes. De estas 37 tienen vocación ecoturística. Sin embargo, solo 25 están abiertas al ecoturismo. Las 12 restantes están destinadas exclusivamente a la conservación y la investigación. Hoy, muchas de ellas enfrentan una amenaza latente: el turismo no regulado. Este, a pesar de contar con lineamientos y reglamentaciones, ocurre sin permisos, sin respetar los senderos autorizados y, en muchos casos, es promovido por redes sociales o por operadores informales, lo que ha desencadenado impactos preocupantes en los ecosistemas y en las comunidades locales.
Las causas del turismo no regulado son diversas. Se destacan la falta de información adecuada para los visitantes, la débil capacidad de control, la ausencia de aliados en la vigilancia, y la creciente demanda por experiencias “auténticas” o “de aventura” que impulsan la exploración de zonas no habilitadas. Además la desconexión entre las políticas de conservación y las necesidades socioeconómicas de las comunidades locales a menudo genera tensiones y abre la puerta a economías paralelas.
Parques como Tayrona, El Cocuy, Los Nevados, y Amacayacu enfrentan esta realidad, que deja como consecuencia la erosión de suelos, la acumulación de residuos, la degradación de ecosistemas sensibles (como páramos, selvas, bosques secos y arrecifes), el aumento de basuras y aguas residuales, el disturbio de fauna silvestre y el deterioro de sitios sagrados o culturalmente significativos para comunidades indígenas y locales.

Por eso es fundamental entender que no todos los parques están destinados al ecoturismo. La Resolución 531 de 2013 establece criterios para determinar qué áreas tienen vocación ecoturística, evaluando aspectos como la representatividad del ecosistema, las presiones humanas, la infraestructura, la accesibilidad y las alianzas locales.
“Es crucial sensibilizar a las personas sobre el hecho de que un área protegida forma parte del Patrimonio Natural del país, y que su principal objetivo es la conservación. Sin embargo, hay parques que sí se pueden visitar, pero no bajo el turismo tradicional. Aquí, la conservación es lo fundamental, lo que implica una planeación previa para cada visita, y entender que no todos los sectores dentro de un mismo parque están habilitados para el público”,
explica Daniel Ricardo Calderón, profesor de la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras de la Universidad Externado de Colombia.
Los Planes de Manejo de las áreas protegidas también establecen que, incluso dentro de los parques habilitados para el ecoturismo, solo ciertas zonas delimitadas pueden ser visitadas. Puntualmente, la zonificación define que en las áreas de alta densidad de uso y recreación se pueden desarrollar actividades ecoturísticas, siempre bajo una estricta reglamentación definida en el Plan de Ordenamiento Ecoturístico.
El turismo no regulado está directamente relacionado con el ingreso a áreas protegidas que no tienen vocación ecoturística. Acceder a estas zonas, sin permisos ni controles, puede afectar gravemente el ecosistema y poner en riesgo la seguridad de los visitantes. En 2025, se han registrado llamadas de emergencia que, por fortuna, concluyeron en rescates exitosos. Uno de estos casos ocurrió en el Pico Pance, un sector restringido al ecoturismo en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali, donde un adolescente presentó un fuerte dolor abdominal, obligando al grupo a descender hasta encontrar señal para pedir ayuda.
Por eso, más que prohibir, la invitación es a cuidar. No todo lugar debe convertirse en un destino turístico; algunos existen para preservar la vida en todas sus formas, incluida la vida de quienes los visitan.

Ante esta realidad, y para hacer frente al turismo no regulado, Parques Nacionales prioriza acciones como el fortalecimiento del control y monitoreo ambiental, la coordinación con autoridades locales, comunidades y operadores turísticos, la realización de campañas de educación ambiental dirigidas a turistas y guías, y la promoción del ecoturismo regulado como una vía de desarrollo sostenible.
Esta estrategia busca un equilibrio entre la conservación ambiental, la recreación y las oportunidades económicas locales. En un país que aspira a ser referente en turismo de naturaleza, planificar y regular el acceso a estos espacios no es solo una medida técnica, sino un compromiso ético con las generaciones futuras.
En este especial podrá dimensionar los impactos del turismo no regulado en los Parques Nacionales Naturales de Colombia.