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La Naguala y el turismo reivindican la vida de Mercedes Bermúdez

Esta mujer nacida en Juradó (Chocó) se vinculó con el Apoyo Presupuestario Desarrollo Local Sostenible para mejorar su hospedaje, que ahora es uno de los mejores de El Valle, corregimiento de  Bahía Solano. Después de sufrir la guerra, el ecoturismo la ha recargado de optimismo y energía para salir adelante.

La Naguala es uno de los hospedajes más llamativos del corregimiento de El Valle, en Bahía Solano.

Sobresale por sus colores, por su madera teñida de rojos, verdes y amarillos,  por una terraza grande, con hamacas, desde donde es posible tener una vista parcial de la selva tropical chocoana, y por la pulcritud y el orden de sus habitaciones.

Y detrás de esta vivienda grande, acogedora y decorada a pulso, está Mercedes Bermúdez. Ella dice que su casa está lista desde hace muchos días para recibir turistas, visitantes que ella puede atender personalmente. Pero estas paredes también son, de paso, su reivindicación, su recompensa, un sueño con el que ahora trata de reparar y sanar definitivamente sus heridas.

Mercedes no ha tenido una vida fácil, pero sus penas no se perciben; siempre se le ve sonriente y tranquila. Sus pesares solo comienzan a descubrirse cuando se sienta a contar lo que han sido sus años recientes. Lo hace rápido, sin dar muchos detalles, sin descripciones, como en un intento por disfrazar definitivamente su pasado.

Se impuso su ímpetu

Nació en Juradó (Chocó) y en la década de los 90 tuvo que salir desplazada desde allí hacia El Valle.

“Por el conflicto armado fueron asesinados dos hijos, dos hermanos, primos, cuñados, yernos y muchos vecinos. Mis padres terminaron muriendo en Panamá. Éramos una familia unida, intacta, que se fue acabando por la guerra”, dice.

Pero en medio de las dificultades, se impuso su ímpetu. “Yo pensaba que debía salir adelante y no esperar a que el Gobierno me asistiera o me diera algo. Por eso me puse a trabajar en hoteles y terminé creando un restaurante, que se destacó por dos cosas: por su sencillez y la buena sazón”.

Y del restaurante, y con la ayuda de un proyecto que apoyaron la Alcaldía de Bahía Solano y la Cámara de Comercio del Chocó,  pasó a la creación de La Naguala, que hoy tiene siete habitaciones y ofrece guías y desplazamientos por la región.

Recientemente, Mercedes se vinculó con el Apoyo Presupuestario Desarrollo Local Sostenible, que financia la Unión Europea y que ejecuta Parques Nacionales y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo, y de esta iniciativa recibió ayuda desde el Parque Nacional Utría para construir un baño y mejorar el saneamiento de su hotel. “También pude recibir algunos accesorios para la dotación de La Naguala, y es que a medida que uno va organizando todo, la iniciativa puede ofrecer un buen servicio al turista”.

Una segunda oportunidad

Con los días, Mercedes ha logrado tener una vida que derrotó las pesadumbres, y poco a poco le está dando paso al optimismo. Incluso, se ha transformado en una embajadora del Parque Nacional, porque es usual que ella se siente unos minutos con los turistas que recibe, para hablar del valor biodiverso que tiene esta área protegida y de la importancia de conservarla.

“La vida me ha dado una segunda oportunidad y por eso yo me esmero para que la gente conozca el valor del medio ambiente, del sitio donde estamos y seamos conscientes de su importancia. No se trata solo de tener un hotel para beneficio personal, debe ser una herramienta para cuidar esta hermosa selva que nos rodea”.

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