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Indígenas de San Martín de Amacayacu y Mocagua, en el Amazonas, crean fondos comunitarios para administrar los ingresos que producen sus iniciativas ecoturísticas

Los fondos, que están vigilados por las secretarías de ecoturismo de ambas localidades, tratan de solucionar un problema que surge en muchas ocasiones cuando no hay orden: y es que el dinero puede ser mal manejado, se queda en manos de unos pocos o se destina para asuntos diferentes a reforzar la actividad que los produce, en este caso la atención de los viajeros.

El proceso de los indígenas ticuna del Amazonas que habitan en las poblaciones de San Martín de Amacayacu y Mocagua para transformarse en un destino turístico, les ha exigido la adecuación de una infraestructura de hospedajes y restaurantes que ofreciera comodidad y buena atención a los turistas. La preparación logística para llevar a los visitantes a lugares alucinantes en flora y fauna ha sido acompañada con un proceso de organización comunitaria orientado a mostrar los beneficios colectivos de administrar el dinero que deja esa actividad.

Los nativos, que viven a su vez dentro del Parque Nacional Amacayacu, lograron con esfuerzo y paciencia el primer objetivo, al construir alojamientos y aprender a preparar alimentos que hoy pueden ofrecer en restaurantes típicos. La exuberante naturaleza que los rodea, en medio de la selva húmeda tropical más importante del mundo, cumplió lo segundo, transformándose en el principal atractivo.

Pero faltaba darle forma a una organización clave: un grupo de la comunidad que profundizará en un enfoque de bien común y le diera un destino sustentable a los excedentes monetarios que genera la actividad económica del ecoturismo.

Finalmente, y luego de una asesoría que fue posible en el marco del Apoyo Presupuestario Desarrollo Local Sostenible (DLS), financiado por la Unión Europea a través del Parque Nacional Amacayacu, las comunidades pudieron crear Secretarías de Ecoturismo para cada uno de los poblados, que de ahora en adelante se encargarán de administrar los recursos que arrojan las actividades ecoturísticas en la zona.

Los fondos están reglamentados y administrados por las secretarías de ecoturismo de ambas comunidades y tratan de solucionar los riesgos que surge en muchas ocasiones cuando no hay orden. Y es que el dinero puede ser mal dirigido, o destinarse para el beneficio de unos pocos u orientarse para asuntos diferentes a reforzar la actividad que los produce, en este caso el buen vivir comunitario para la atención de los viajeros.

“Logramos que la organización comunitaria Agrosolidaria facilitara la conformación y organización de cada Secretaría de Ecoturismo y de los fondos de cada comunidad, a partir de jornadas de trabajo de construcción colectiva de conocimiento. Hubo un dialogo respetuoso y constructivo entre comuneros que permitió no sólo expresar diferentes visiones, sino entender y aprender de las diferentes experiencias”, contó Johana Melgarejo, profesional del DLS en el Parque Nacional Amacayacu.

Participan abuelas y abuelos sabedores

Se desarrollaron jornadas de trabajo en las que se consolidaron los grupos de las Secretarías de Ecoturismo. También, se aclararon el rol y funciones de los integrantes en la conformación y manejo del Fondo, se definieron acuerdos y reglamentos para cooperar con las iniciativas, se plantearon estrategias para la inversión de los recursos al interior de la comunidad, se fortalecieron capacidades en el manejo de herramientas contables y se reconocieron y certificaron a los participantes en el proceso de formación aplicada en economía solidaria.

Luis Morán, intérprete ambiental de Mocagua, dice que la Secretaría de Ecoturismo encargada de administrar el Fondo Comunitario está integrada por dos representantes indígenas de cada uno de los sectores que integran toda la cadena de valor del ecoturismo: hospedajes, transporte, intérpretes ambientales, restaurantes y artesanos. Se suman a ellos un monitor principal o coordinador general, un secretario general, miembros de la guardia indígena y abuelas y abuelos sabedores.

Ellos no solo administran los ingresos por turismo, también promueven y vigilan los aportes mensuales que cada sector hace para nutrir el fondo; de esta forma se puede tener una base económica que apoye todas las actividades de inversión. El dinero recaudado va a una caja construida por artesanos de las comunidades que tiene tres candados y que solo se abre en presencia de los integrantes de la Secretaria de Ecoturismo y de los miembros de la comunidad que deseen participar.

“Buscamos con esto tener transparencia y participación en el recaudo y en el plan de inversión. Son recursos sagrados, que se transforman en beneficio para toda la comunidad”, opina Morán. Él agrega que esto garantiza, además, que al tener ingresos la comunidad reconozca en plena consciencia la necesidad de ser organizada y de vigilar actividades ilícitas que vayan en contra y vulneren el bien vivir comunitario y la visión del ecoturismo sustentable.

“Antes, cualquiera entraba y cazaba o sacaba madera, ahora estamos protegiendo el medio ambiente porque sabemos que nos conviene a todos”, explicó. Desde la organización y administración del Fondo Comunitario de Ecoturismo se deja claro y explicito hacia dónde irían destinados los recursos o iniciativas sostenibles que se pueden impulsar. Así mismo, se afirman los criterios de inversión, las posibles fuentes de financiación y aliados externos.

Las reflexiones y aprendizajes que se propiciaron en las jornadas no solo despejaron dudas e inquietudes de tipo organizativo y económico, también se activó en los líderes de las comunidades la necesidad de continuar gestionando propuestas – desde lo colectivo – que aporten y fortalezcan pilares que garanticen el bien vivir de las comunidades y la actividad sustentable del ecoturismo.

Así lo cuenta Benilda Ángel, integrante de la Secretaría de Ecoturismo de San Martín de Amacayacu, quien dice que la idea es realizar obras sociales o la compra de herramientas que les ayuden a vivir bien para darles mejor comodidad a los visitantes. Ella opina que, por ejemplo, una posibilidad para el caso de San Martín es invertir el dinero que se recaude a través del Fondo en mejorar la infraestructura del puerto de llegada a la comunidad.

“La guía administrativa del Fondo Comunitario de Ecoturismo, tanto para San Martín como para Mocagua, son herramientas valiosas producto del trabajo participativo en ambas comunidades, en las que se plasma la ruta para el manejo y administración de los fondos.  Contribuyen al ordenamiento de las actividades de ecoturismo en el territorio y se deberán convertir en el principal instrumento que guiará la gestión de la organización comunitaria” concluyo Johana Melgarejo.

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